Cómo tolerar la frustración de una Navidad en pandemia
¿Amas la Navidad o te da rabia todo el materialismo que se despierta en esta época y la hipocresía familiar? ¿Sigues teniendo ilusión cada año o ya no te gusta lo que conlleva desde que esa persona importante para ti dejó de estar contigo? Si algo he podido comprobar con los años es que la Navidad suele gustar o no gustar, pero a pocas personas les resulta indiferente y aún menos indiferencia causa la situación actual con la COVID-19.
Para muchas personas la Navidad es un momento divertido y lleno de ilusión. Muchos de los menores te hablan únicamente de los regalos que esperan recibir, pero cuando les preguntas lo que les gusta de esta época sin poder nombrar nada material, casi todos coinciden: las vacaciones, poner el árbol, decorar la casa, los villancicos y las reuniones familiares. Estas reuniones también se vuelven indispensables para muchas personas adultas. Pero, ¿qué va a ocurrir este año con las reuniones familiares ahora que nos encontramos en una situación pandémica? ¿Qué sentirán las niñas cuando no puedan ir a ver la Cabalgata de Reyes? ¿Qué opinarán los adolescentes cuando no puedan hacer su plan de Nochevieja tan esperado?
Por lo general, los niños y las niñas tienen una capacidad de adaptación más rápida que las personas adultas. ¿Cuántas niñas veis con la mascarilla bien puesta en todo momento por la calle y cuántos adultos veis con la nariz por fuera o la mascarilla en la barbilla? A las personas adultas les puede costar más el cambio, sacan su parte rebelde contra lo que creen injusto a pesar de que son los menores los que se llevan la etiqueta de rebeldes cuando no hacen caso a sus figuras de autoridad. Por este motivo, os quiero dejar dos herramientas para trabajar la tolerancia a la frustración en adolescentes y personas adultas.
Volviendo al
tema de la Navidad, si la familia entera
está de acuerdo en reunirse o no hacerlo, será una situación peor de la
esperada, pero se podrá llevar a cabo de manera algo más satisfactoria ya que
los integrantes de la familia saben que lo hacen por un bien común y la justificación moral y ética compensará
lo extraño que supone este cambio. Por el contrario, si los diferentes integrantes de la familia opinan de distinta forma,
pueden surgir conflictos al no tolerar la frustración que les supone que
las cosas no van a salir como tenían planeado, hecho que les puede llevar a hacer responsables de su malestar al resto
de personas por opinar de forma diferente.
Si estás leyendo esto y sientes la presión de una persona ajena a ti, recuerda que tu opinión también es válida y merece ser respetada. Cada cual es responsable de sus actos, no de las emociones que haga sentir a la otra persona. Esto no significa que tengamos vía libre para atacar y hacer daño a los demás. La empatía y las habilidades sociales son básicas para establecer relaciones personales sanas. Pero, si no estamos haciendo daño a nadie y nos encontramos ante un rol victimista en el que se nos quiere hacer responsable de su estado emocional cuando una pandemia mundial nos acecha, recuerda por qué tomaste esa decisión y llévala a cabo. Vivir nuestra vida tal y como esperan los demás puede llegar a ser muy cansado además de influir negativamente en nuestra salud mental.
Si, por el contrario, eres tú quien siente esa frustración de no poder vivir la Navidad como te gustaría, tengo dos herramientas que te pueden servir para sacar tu parte más racional. Las personas que quieren cambiar para sentirse mejor, reciben herramientas para conseguirlo. Aquellas que buscan sentirse mejor haciendo que los demás cambien, obtendrán límites.
DIFERENCIA ENTRE LO IDEAL Y LO REAL
Cuando nos descubramos diciendo frases como "es que a mí me gustaría que nos pudiéramos juntar todos...", "yo quiero que...", es importante que nos demos cuenta que eso sería lo ideal. Pero lo ideal, por desgracia, no siempre ocurre y cuanto antes lo aceptemos, antes dejaremos de sentir emociones desagradables al respecto.
Para ello, podemos llevar a cabo este diálogo:
¿Qué sería lo ideal? Celebrar las fiestas en la normalidad. ¿Qué es lo real? Que no podemos. Por tanto, ¿qué puedo hacer? (con esta última pregunta, nos centramos en buscar soluciones funcionales para llegar a un acuerdo entre lo ideal y lo real). Es aquí donde viene la resolución de problemas: puedo celebrar la Nochebuena de día, al aire libre, con diferentes mesas según unidades familiares... puedo cenar en videollamada con las personas que quiero, puedo celebrar varias Nochebuenas y varias Navidades en grupos reducidos y manteniendo las medidas adecuadas...
De esta manera, nos desinstalamos de la queja que nos lleva a la pasividad y pasamos a la acción para hacer que esa situación que no me gusta, sea menos desagradable.
HA PASADO ESTO, PERO POR LO MENOS....
Cuando ocurren cosas que no nos gustan podemos caer en dos dinámicas disfuncionales. Centrarnos en lamentarnos de forma continuada sin hacer nada para cambiarlo pasado un tiempo o infravalorar nuestras emociones: "no es para tanto", "es una tontería" ... ¿te suenan estas expresiones? Os invito a tomar una actitud intermedia para validar vuestras emociones, darles la importancia que merecen y, a la vez, centraros en un aspecto menos desagradable para sentiros un poco mejor.
La dinámica del ejercicio sería la siguiente:
- No puedo juntarme con toda mi familia, pero por lo menos vamos a tomar el café mediante videollamada.
- No puedo celebrar la Nochebuena en casa, pero por lo menos vamos a coger unos bocatas e irnos a la montaña por la mañana.
La idea es aceptar que una situación es desagradable pero que tiene un aspecto positivo o menos desagradable. La vida tiene situaciones que no nos gusta vivir, pero no podemos evitarlas todas, a veces es necesario aceptarlas para sobrellevarlas mejor.
Y para terminar, os hago referencia al grupo musical La Casa Azul. Recordad que SIEMPRE puede ser peor: